Mujeres y disidencias: El arte de colectivizar y generar espacios seguros en la música
Hace algunos años la suma de colectivos formados por mujeres y disidencias relacionados a la música electrónica – y otros géneros- ha ido aumentando exponencialmente a nivel global. El punto común radica en la intención de superar la brecha de género que también es tecnológica, mientras dan cuenta de la necesidad de valorizar y perseverar con el activismo en la escena.
Colectivizar, visibilizar, inspirar, fomentar, promover, apoyar, crear e intercambiar, son algunos conceptos que rondan por las cabezas de diferentes gestoras de nuestro territorio nacional, que han levantado proyectos autogestionados, donde el foco es dar espacio a trabajos de mujeres y minorías disidentes en la música.
El empuje que genera esta colección de infinitivos sobre estos proyectos nacionales e internacionales supone romper barreras, brechas tecnológicas y salvar exclusiones en la industria de la música.
Un ejemplo de ello es el proyecto chileno Sonidos en mí (SEM) que nace de la mano de Susana Díaz de Corte Irracional y Rosa Angelini de Frente Música Nacional (FMN Chile), quien además es co-directora de Gestoras. “Es un proyecto que nos interesa sostener y hacer el esfuerzo de levantar, porque creemos que es la forma de visibilizar historias y construir memoria de mujeres y otras identidades que están creando desde diferentes frentes y estilos musicales en nuestro territorio. A pesar de ser un proyecto que cuenta con financiamiento de fondos estatales, no cubre todos los gastos que implica un proyecto de esta envergadura, por lo tanto, significa poner mucho tiempo y profesionalismo para que el proyecto pueda realizarse”, sostiene Susana Díaz.
SEM es una una cartografía de las diversas escenas musicales en manos de mujeres y disidencias; testimonios que comparten diferentes, experiencias, similitudes y anhelos, que se entrecruzan para formar un mapa documental que visibiliza el movimiento feminista y musical desde la mirada particular de 11 nombres fundamentales del arte local.
Pero el camino de la difusión y el posicionamiento no ha sido fácil para este colectivo, ya que según indica Susana, la primera temporada estrenada el 2018 por las pantallas de UCV TV no le fue tan bien como esperaban. “Creemos que tiene que ver con el riesgo de selección de artistas que es muy diverso en su contenido. Definitivamente, es más difícil instalar contenidos de mujeres. Existe mucha negatividad de los medios hacia contenidos feministas, se dice una cosa, y en la práctica es otra”. De igual manera para la segunda entrega de SEM (2022), y a pesar de hacer un trabajo en tiempo récord, les cambiaron las condiciones en TV +, y un par de semanas antes de la fecha de estreno todo cambió. “Salimos al aire por UCV TV a un horario pésimo, y censuraron el capítulo de Las Indetectables. Podíamos entender de cierta forma la cancelación de Las Indetectables, por el asunto del banderazo y el momento histórico que atravesaba el país. De igual forma es censura”, cuenta una de las fundadoras de SEM.
A pesar de ello, luego empezarían a pasar cosas buenas, pues, se hizo un Avant premiere en La Cineteca Nacional, y quedaron seleccionadas en el festival de documentales musicales IN-EDIT, con muy buena promoción y en una muestra especial, eso levantó el proyecto. Durante enero del 2023 la serie se estuvo transmitiendo por canal ARTV.
De igual manera el camino de Sesiones Machina (SM) se ha ido construyendo de a poco, desde la autogestión y encausado por la motivación de sus creadoras. “Nuestra colectiva nace a partir de conocernos con otras mujeres en el contexto de otra organización mixta que es Radio Mecánica. Comenzamos a juntarnos y a hacer algunas actividades entre mujeres y para mujeres (…) como por ejemplo un taller de dj en Linares, en un liceo municipal”, cuenta Paola Villalobos de SM.
Luego de esa experiencia las chicas comenzaron a registrar en formato audiovisual sus proyectos individuales, donde producían sesiones grabadas en espacios domésticos. “En ese entonces nos conformamos las 4 fundadoras (Paola, Ahilyn, Yosi y Francisca) y postulamos al primer proyecto el año 2019 que nos permitió los recursos para equiparnos técnicamente y crear la página web. Además comenzamos a definir lo que queríamos hacer y cómo lo queríamos hacer, que era difundir a mujeres y disidencias de la música electrónica, hacerlo en la región del Maule para diversificar la escena acá y trabajar en espacios libres de machismos”, cuentan desde la organización.
En definitiva, uno de los puntos fuertes de estos proyectos y colectivos reside en el valor de la difusión y redes entre mujeres en la música. Sin duda, esta actividad viene a ser disruptiva en un contexto donde aún existen brechas. Podríamos poner esta realidad en paralelo con lo que la música y compositora Tara Rodgers denomina el mito de la creación imperialista occidental basado en el canon hegemónico heteropatriarcal, según el cual «las expectativas basadas en la raza operan en conjunto con suposiciones de género sobre la autoridad creativa y las habilidades técnicas, y con suposiciones sexualizadas sobre los cuerpos en el desempeño» (Rodgers, 2015, p. 80). Este mito concurre con otros factores importantes a la hora de valorar la baja consideración sociocultural de las mujeres en la música electrónica.
Recordemos que la construcción de la identidad y autoestima comienza en la educación escolar, y es precisamente ahí donde las minorías encuentran los primeros prejuicios y estereotipos para no implicarse del todo en la tecnología musical. El estudio al respecto de Victoria Armstrong en Technology and the Gendering of Music Education (2013) plantea cómo en el aula de secundaria (de Reino Unido) los hombres más que las mujeres son vistos a menudo como usuarios expertos. Esto tiene una influencia importante a la hora de formar la cultura del uso del computador en la clase, pues «tanto las asociaciones materiales y simbólicas continuas de la tecnología con los hombres, como la masculinidad contribuyen a la percepción de las mujeres como menos capaces y menos interesadas en todas las cosas tecnológicas» (Amstrong, 2013, p. 3) .